lunes, 14 de abril de 2008

El barrio

El barrio de los 40 es legendario. Desde que recuerdo he escuchado expresiones de angustia de las personas que se acercan a él o que ya son residentes... al parecer, les resultaba amenazantes si no francamente aterrador. Muchas mujeres dejan de contar sus cumpleaños a los 39, pero contrario a lo que yo creía, también conozco a muchos hombres que entran en crisis cuando se acercan a este misterioso territorio.

Hasta el día de hoy, a mi nunca me ha apenado decir mi edad... tal vez se deba a que, por lo general, me dicen que me veo más jóven. Pero nunca digas nunca es una sabia expresión. En los años recientes me han pasado cosas que pensé que nunca me pasarían, así que mejor no afirmo que nunca me pesará la pregunta ¿cuántos años tienes?

Ahora bien, mi llegada a los alrededores del barrio de los 40, en contra de mis expectativas, fue algo caótica. Mi vida dio giros inesperados, las certezas de siempre (otra palabra peligrosa) desaparecieron o, mínimo, se tambalearon; y justo cuando pensaba que estaba por atrapar la escurridiza cualidad de la madurez, me encontré sintiéndome como una adolescente: deprimida, sin una dirección concreta en mi vida personal, dando bandazos en mis aspiraciones profesionales, y ¡embarazada de sorpresa!

El anecdotario sería interminable y en esta entrada no lo voy a incluir. Baste decir que algunas veces pensaba que iba a enloquecer, y algunas otras esa posibilidad se me antojaba una buena alternativa para escapar del torbellino emocional que me invadió. Pero no enloquecí -al menos no más de lo que siempre he estado-, sólo me quedé atascada mucho más tiempo del razonable en mis encrucijadas personales, hasta aprender una lección importantísima: humildad.  

Recientemente me reconocí llena de errores, soberbia y con un vergonzoso miedo a la soledad. Me asumí mucho más vulnerable de lo que pensaba y decía, y con una enorme necesidad de reconstruirme mucho más íntegra y congruente de lo que había sido hasta entonces. Esa fue la parte buena... un reto gigantesco que sigo teniendo frente a mi.

Pero en todo ese proceso vi algo que me dejó muy inquieta. Al parecer, ésta crisis mía no era algo aislado, sino más bien algo bastante común y corriente entre la gente "del barrio". A mi alrededor, amigas y amigos sorteaban sus propias tormentas tratando de mantener a flote lo que hasta ese momento daban por sentado, como yo.

¿Qué estaba sucediendo?, me preguntaba una y otra vez. ¿De esto se trata la vida?, ¿será que con el tiempo las cosas se van poniendo cada vez más difíciles, el panorama más feo? Me niego a creerlo. Y esta es la explicación que encontré para mi misma:

Hay épocas más emocionantes que otras en la vida, y tiene lógica. La juventud temprana, por ejemplo, es intensa y llena de expectativas. Pasan muchas cosas a la vez, uno tiene ante sí  variedad de decisiones por tomar, muchas de ellas determinantes para el futuro: ¿vas a ir a la universidad?, ¿qué vas a estudiar?, ¿te quedas en casa de tus papás o te independizas?, ¿trabajas y estudias o sólo una de las dos? ¿Será éste el hombre de mi vida o me la tomo con calma? ¿Maestría o matrimonio?, ¿Habrá otros trenes más adelante o me estaré quedando para vestir santos? ¿Hijos o trabajo?

Y un buen día ya estás en el futuro. Con la vida construida según las respuestas que le diste a cada uno de esos cuestionamientos y de muchos más. ¡Hace ya quince años que salí de la universidad! Mi matrimonio va a la mitad de su segunda década, tengo una hija mayor y un hijo menor, mi carrera profesional -¿cuál carrera?- ya tiene un rumbo definido y, como dice un amigo, a esta alturas ya sé que no voy a ser Presidente de la República...  Las decisiones pendientes se han vuelto menos apremiantes. 

Éste es más un tiempo de espera, de incubar los procesos de aquello que fui decidiendo los últimos viente años de mi vida, de tener paciencia para que llegue -o no-  el éxito defiitivo, la prosperidad soñada, la estabilidad matrimonial, la adolescencia de los niños, la anhelada madurez.  El ritmo de la vida es más pausado... y tal vez sea eso lo que descontrola, ¡después de tantas carreras! Es tiempo de poner en práctica la sabiduría ancestral y aprender a encontrarle el gozo a la cotidianidad, a la rutina, a la vida diaria, al presente. ¡Menudo reto!

5 comentarios:

  1. Qué valor! Yo en lo personal he intentadoiniciar blogs dos o tres veces... pero siempre me falta la fuerza y la constancia para dejar un poco de aliento, o mejor, de este sustituto de tinta que son los pixeles.
    La mejor de las suertes en el blog y en ese 'barrio legendario' de los 40.
    un abrazo,
    D

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  2. Lilyán: Bienvenida al barrio de los 40, no es tan malo como parece, en realidad es la mejor época da la vida.
    Ahora en esta época de mi vida me toca convivir, con jóvenes de 20 0 30 años, no son tan diferentes como pensamos, tienen sus crisis, lo peor es que no saben ni a donde van. Solo que nunca nos acordamos de mirar atrás y ver que así fuimos, tengo amigas sobre los 30 pensando en no tener hijos por el calentamiento global, el consumismo, el no encontrar pareja que quiera comprometerse, y las de 20 años o menos todo les importa un comino, no quieren dejar de vivir un segundo como si el mundo se fuera a terminar mañana.
    Al llegar a este “barrio “ del cual somos vecinas sabes que la vida cambia, estas preparada para ello, te preocupa el calentamiento global pero haces más cosas para poner tu granito de arena, piensas que los hombres no son tan diferentes, que nos hay negro o blanco, sino el mundo es de matices.
    Va nuestro agradecimiento por tu visita a nuestro Rincón para compartir, seguro leeremos tus artículos siempre esperando que no dejes de visitarnos.
    Saludos, la fiesta apenas comienza

    menospausas

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  3. Lilyán, yo estoy a escasos 5 años de ser tu vecina en el barrio, y la verdad es que me emociona lo que dices. Estoy un poco cansada de las carreras :)
    Es lindo crecer cuando uno ha aprendido cosas que puede aplicar y dedicarse a disfrutar no?

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  4. Menospausas, Hanna,

    Agradezco su visita a este Barrio. Es un honor tener visitantes distinguidas como ustedes, mujeres a las que admiro y con quienes comparto visiones y paisajes interiores.

    Sí, coincido contigo Menospausas, los cuarenta prometen la posibilidad de cosechar lo sembrado en otras décadas, y la posibilidad de seguir sembrando, con más experiencia, para un tiempo, más adelante, en donde aún tendremos fuerza y energía para recoger los frutos.

    Hana, eres una treintañera llena de sabiduría... ¡ya puedo imaginar la canasta llena de abundancia que te espera a tu llegada a este barrio!

    Un abrazo sororal para las dos.

    Lilyán

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  5. Se comprende la pasada por este barrio, con energía,seguridad y optimismo,es bueno conocer que nos sentimos mujeres ¿Más completas?...y también que se abre un panorama más ampio y nuevo proyecto de vida.
    Yo voy de pasada ja ja

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