Seis horas para cambiar

Seis horas y estar dispuesta; seis horas y haber tocado fondo; seis horas y estar al límite de mi misma. Seis horas y hoy, me siento libre, satisfecha conmigo misma, eufórica, feliz.

He recibido coaching dos veces en mi vida. La primera, hace como un año con una gran amiga y excelente Coach: Aurora Montaño. Con ella tuve una primera visión, "desde afuera", de mi vida. ¡Fue impresionante mirarme como expectadora y darme cuenta de qué tan desequilibrada estaba en ese momento! Era un cuadro verdaderamente abrumador.

Durante varias sesiones me acompañó en un trabajo de introspección guiado, que me reveló pendientes no resueltos de mi vida, creencias limitantes sobre mi persona, y sobre todo, destinos a los que quería llegar y para los que había que encontrar caminos. Lo que recuerdo con más gratitud es su estar a mi lado en un momento de profunda aridez, donde mi fuerza vital estaba tan minada que a veces era doloroso despertar cada mañana, y lo que esa compañía significó para encontrar en la obscuridad, la base de la escalera que habría de subir para salir de ese pozo.

La segunda experiencia de Coaching, la estoy viviendo ahora. Mi Coach, Miguel Angel Ruiz, y yo, llevamos 6 sesiones de trabajo, seis horas de descubrimientos, seis aventuras inesperadas hacia el centro de mis laberintos. Ha sido fascinante.

Seguro éste no es un estado permanente, nada lo es. Pero esta sensación de plenitud, de autoacompañamiento, de sentir que estoy hecha a mi medida, de gozo de estar aquí y ahora, de emoción, anticipación, energía que se desborda, de mar fuerte y en calma, de claridad, me hacen comprender el significado de esta hermosa frase acuñada por los franceses: joi de vivre. Y no pienso dejarlo escapar tan fácilmente... quiero volverlo parte de mi.

El proceso comenzó como un intento más por acercarme a mi vocación, por encontrar la forma de organizar mi cabeza, mis cuadernos, mis proyectos-de-libro, y todas mis intenciones de escribir más. "Algún día, he de dedicar mi vida a esto", me había repetido durante años. Para cuando Miguel Angel me propuso ser su Coachee (es decir, que él fuera mi Coach) como parte de un entrenamiento con Michael Hall del que estaba por graduarse como Meta Coach, yo tenía la cabeza más abrumada que de costumbre y deseaba con todas mis fuerzas que, de algún modo, los días se volvieran de 48 horas.

Así que cuando se me presentó la oportunidad de retomar el Coaching, no lo dudé un segundo, y salté sobre la oportunidad. ¡Gran acierto!

Las primeras sesiones me ayudaron a aclarar de nuevo a dónde quería dirigirme, lo que realmente quería. Durante esas primeras horas de trabajo establecí prioridades, descarté lo que no estaba llevándome a cumplir mis metas, y tomé una decisión trascendental. Tras una visualización increíblemente vívida, en la que pude verme y sentirme exactamente como me gustaría vivir -en especial en el ámbito profesional-, y un análisis muy objetivo de las creencias que me estaban impidiendo tomar la decisión de encaminarme a ese sueño con mayor resolución desde hacía muchos años, decidí renunciar de una vez por todas a mi salvavidas (mi empleo administrativo), y dedicarle esas horas de trabajo a lo que realmente he querido durante los últimos 12 años.

Con una sincronía notable, las puertas comenzaron a abrirse y todas las variables a tomar su lugar. A tres meses escasos -y sólo seis sesiones de una hora- de haber comenzado mi proceso de Coaching, de haber redescubierto lo que quería hacer; de haberlo enunciado con precisión, y de haber contactado con la sensación de que no había otra alternativa, así era como quería vivir mi vida, heme aquí. Estoy editando dos revistas, colaborando con otra, en busca de un espacio para una columna semanal y con la logística resuelta para poderle dedicar mi tiempo de trabajo completo a este oficio que me apasiona.

La sensación de libertad, de plenitud, de alegría, se me desbordan. Me siento realmente satisfecha con las decisiones y los pasos dados... ¡y estoy ansiosa por seguir caminando este sendero elegido!

Hay algo de mágico en el Coaching, que no tiene que ver con encantamientos ni hechizos, sino con la magia de la convicción y la claridad de mente y de corazón. Es un proceso tan personal, tan íntimo, que se vuelve tan parte de uno, como cuando los latidos del corazón se sincronizan con la respiración y comprehendemos el aquí y ahora.

Citando a mi Coach, y a manera de corolario, les comparto estas metáforas sobre lo que es el Coaching, por si algún día tienen oportunidad de acercarlo a su vida:

"Un coach sería Fuego: pues el fuego transforma de inmediato lo que toca; sería agua, pues penetra sutilmente por cualquier hendidura, hasta llegar a las profundidades de su Coachee, y desde adentro, transformar sus creencias limitantes; pero también es Tierra, porque devela los elementos necesarios para germinar nuevas creencias que, a su vez, llevan a nuevas posibilidades para su Coachee; es Viento, porque tiene la fuerza para sacudir con suavidad, casi transparentemente, las creencias limitadoras de su Coachee. Un Coach es un navegante que entra al mundo de significados de su Coachee para, desde allí, acompañarlo a lograr lo que quiere."