miércoles, 29 de septiembre de 2010

¡Una voz masculina en el barrio!

Por Miguel Angel Ruiz
Coach

Cuando mi amiga Lilyan me invito a que colaborara con un articulo para su blog, me sentí entusiasmado, pero de pronto un poco abrumado. Creo que hablar de lo que me pasa en los 40 no lo tenía tan a la mano, es una reflexión que vale la pena hacerse de vez en cuando, y bueno, después de postergarla por unos días, hoy tuve un chispazo de inspiración que resulta en esto.

Empiezo por contar que soy un hombre de 43 años, divorciado, sin hijos. Mi vida ha tenido matices de todo tipo, me he dedicado a muchas cosas, y aunque estudie ingeniería, después de pasar por diferentes etapas profesionales, decidí dedicarme a lo que considero mi vocación: el desarrollo personal. Me considero un hombre con una visión espiritual pero aterrizada en el pragmatismo de la vida cotidiana, lo que reflejo en mi profesión, la que amo y considero un privilegio ejercer, soy Coach.

Hacer esto me da la enorme, y yo diría única, oportunidad de acercarme al alma de las personas desde una perspectiva laica pero profundamente espiritual, dentro del ámbito tanto personal como empresarial inclusive, que maravilla!.

Hacer lo que hago me llena de una profunda satisfacción, me encanta acompañar a las personas (mis clientes) en procesos donde se aventuran a descubrir sus potenciales, donde pueden verse en toda su grandeza, así como apreciar las oportunidades que están a su alcance y que por diferentes razones no pueden ver. Sólo llegar a eso las coloca en una posición distinta donde lo que hasta ese momento era imposible, se convierte en factible. La tranquilidad aparece y las sensaciones de logro y satisfacción se hacen presentes en su vida. Es un regalo que me he hecho en esta vida, optar por dedicarme a lo que hago.

Y llegar a esto lo he logrado habitando de lleno el barrio de los 40. Me parece que aunque desde mis tempranos 30, cuando me inicié la práctica del budismo tibetano, mi vida tomó un giro que buscaba lo trascendente en contraposición a la satisfacción inmediata, hoy la madurez que me han dado los años, particularmente después de cumplir 40, ha sido de un crecimiento cuántico. Particularmente estos dos últimos años de mi vida, han sido por mucho los de mayor crecimiento y satisfacción, donde he podido apreciar en su total dimensión el valor de la familia (en mi caso mis padres y hermanos), la fortuna de tener y poder sostener amigos del corazón en mi vida.

Ha sido el tiempo en donde he tenido el valor de alinear el querer y el hacer y defenderlos aún cuando el juicio de los demás no haya sido favorable en algunas ocasiones.

Ha sido el tiempo en que he podido distinguir claramente dolor de sufrimiento en las rupturas amorosas, y aunque distinguirlo no me haya eximido de experimentar sufrimiento, sí puedo asegurar que me llegó con mucha menor intensidad.

Ha sido el tiempo en donde en verdad considero que una relación de pareja es el mejor estado para aprender de mi mismo, y que la mejor aproximación que puedo tener en ese sentido no es buscar mi felicidad, sino buscar el crecimiento de ambos, en donde la condición sea disfrutarla desde el aprendizaje.

En los 40 es justo cuando mi cuerpo ha estado en su mejor forma, donde mi conciencia por cuidarlo me ha llevado a mantenerlo funcionando correctamente, a sentirme agradecido con lo que tengo, aceptando también sus limitaciones, lo que me pone de buen humor por las mañanas cuando salgo a correr por al lado del río.

En esta etapa es cuando más atractivo me he sentido, pues paradójicamente, aunque probablemente en los 20 o 30 tenía lo que hoy es el estereotipo de la belleza, me sentía mucho más inconforme y eso se traducía en sentirme menos seguro y por consiguiente mucho menos atractivo, lo contrario me empezó a suceder al cruzar el umbral de los 40.

Hoy veo con mucho optimismo la vida que me espera en lo que me falta aun dentro de este barrio de los 40. Hoy pienso que estoy viviendo en una etapa de un rico balance entre la seguridad de lo que he ganado hasta ahora, con la emoción por descubrir las experiencias,

Para mi, una clave útil para transitar este barrio, está en sostener un balance (aun si es aspiracional) entre la atención que le doy a lo que construyo en lo material, con lo que desarrollo en mi mundo emocional, donde las relaciones son la pieza fundamental.

Finalmente algo que me gusta de estar en los 40 es que puedo mantener aún el asombro tanto de lo nuevo que aparece en mi vida y me emociona, como por lo cotidiano que le da estabilidad mi mundo.

*Miguel Angel Ruiz es Coach Ontológico, y Coach Ejecutivo para Equipos de Alto Desempeño. Además de ser la primera voz masculina que se asoma como autor en este blog, lo ha hecho de vez en cuando desde los primeros posts, pues es amigo, confidente y Coach de la autora de Los 40 y sus alrededores.

2 comentarios:

  1. Lilyán,

    Me topé con este post y me gustó el poder leer el punto de vista de un vecino del barrio. Sinceramente, esperaba un relato de una crisis de los cuarenta como suele suceder. Al paso de las palabras me topé con una crónica interesante de un vecino que disfruta y encuentra una motivación en el barrio al que se acaba de mudar.

    GRacias por compartir

    David

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  2. David, ¡qué razón tienes! Ese es el cliché. Pero a decir verdad, ni se me habría ocurrido que este vecino hablara sobre ello... siempre asumí que sería una postura optimista y positiva. Quizás porque, pese a todos los cocolazos que me ha dado la vida como bienvenida al barrio, me doy cuenta de que puedo sortearlos mejor que en el barrio anterior. Yo también me siento satisfecha de estar en este barrio.

    Bienvenida las voces masculinas... ¡sería interesantísimo conocer más experiencias! Anímate, publica algo de tu experiencia para Los 40 y sus alrededores!

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