lunes, 27 de diciembre de 2010

Sola o acompañada, en paz.

Y aquí vamos, navegando con éxito las aguas turbulentas del puente Guadalupe-Reyes. Pasó la Navidad, plena de encuentros familiares, intercambio de regalos y buenos deseos, rica comida y muchas desveladas. Ahora tengo añoranza de silencios, de quietud, de soledad. Aunque aún no terminamos de cruzar el puente.

No solía pasarme... ha de tener que ver con este barrio. Y me gusta, ¿sabes? Porque me doy cuenta de que ahora disfruto tanto la algarabía de estar en medio de la gente a la que quiero, como la paz de estar en mí, conmigo y nada más.

Una sola experiencia me sirve para ilustrar esto. Una experiencia de soledad extrema, de compañía extrema, de sentirme sola en compañía y acompañada en soledad:

Metro de Tokio, 1999. Yo, parada cerca de la puerta de entrada. El vagón a reventar, lleno, repleto de gente. No estaba sola, sino en extremo acompañada. Y también estaba sola, sola en esa gran ciudad, en donde nadie hablaba mi idioma, ni entendía mis códigos. Llegamos a la siguiente estación y yo me preguntaba si el metro pararía... era imposible que cupiera un alfiler más. Por supuesto, paró. Y quien quedó frente a mi, del otro lado del cristal, era nada más y nada menos que un aspirante a luchador de sumo. Con todo su peso completo enfundado en un kimono de verano, su cabello negro brilloso levantado en un chonguito y su sonrisa dulce llegándome a los ojos. La puerta se abrió, y en medio del marasmo de personas tratando de entrar y salir, él se movió con parsimonia, y acomodó su enorme cuerpo con suavidad en un hueco inexistente entre los que ya estábamos adentro. El perfume de gardenias de su cabello inundó el vagón como una bendición. Volteó un instante y volvió a sonreír ante mi indiscreto asombro. ¡Cupo! Y nuestras miradas me hicieron sentir acompañada en esa soledad.

Qué relativa es la soledad y la compañía. Qué bendición poder disfrutar de ambas. Gracias al 2010 porque me enseñó que puedo sonreír desde el fondo de mi corazón frente a cualquier de las dos.

¿Qué traerá el 2011 a mi vida? Es emocionante no saberlo.

5 comentarios:

  1. Qué mas nos puede traer chiquilla!!! Sólo alegrías, salud y prosperidad.

    Que linda historia la del luchador de sumo. Como tan solo una sonrisa sincera puede llenar nuestra alma que a momentos puede sentirse tan sola.

    Bezozzzzz y abrazozzzzz navideños y de fin de año!!!

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  2. Muy cierto, un momento de extrema compañía puede ser un momento de extrema soledad. La experiencia del metro de Tokio es un gran ejemplo.

    Feliz 2011 ya sea en soledad o compañía, pero siempre con una sonrisa

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  3. Sandra, David,
    Lo mejor para ustedes también en el 2011!!! Gracias por estar en esa parte de mi realidad que siente compañía. Sus letras me acompañan.

    Felicidades!

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  4. Hola!!
    Me topé con tu blog y me gustó mucho...
    La gran sorpresa que me llevé al leer tu nombre... me sonaba y después de unos minutos... ya!!! fuimos juntas en el Garside... hace unos años... jajaja.
    Un abrazo y felicidades por tus textos.

    Feliz año!
    Ana del Río

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  5. Ana,
    ¡Pues qué grata sorpresa encontrarte justo aquí! Bienvenida a mi barrio, a mi blog, y a la posibilidad de reencontrarnos gracias a estas vías de comunicación misteriosas y casi mágicas. No las entiendo, ¡pero me encantan!

    Un abrazo fuerte y ¡habrá que vernos! Algo está oganizando Mónica Narváez en FB para reunirnos este mes

    Un beso.

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