Hoy sólo tengo ganas de decir, gracias.
Gracias vida, por todo lo que me has permitido aprender;
por todo lo que me has hecho crecer;
por que finalmente lo creo, si hay obscuridad también hay luz;
porque empiezo a creer que sí es posible ser feliz -no sólo
de dientes para afuera, sino más bien, de los dientes hasta el alma;
porque lenta como he sido, tras casi 40 años comienzo a
conocerme y a atreverme a ser yo;
porque tengo muchas ganas de tener mucha vida
para seguir aprendiendo, y también para vivirla con más gozo.
por estar viva... ¡y sentirlo!
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