Pero ¿qué clase de queja es esa? ¡Hay DOS HERMOSAS ESTRELLAS y UNA LUNA SONRIENTE! ¿Por qué querría más que eso? No sé. Hay noches así, hay días así, en que uno quisiera más de todo, más de lo mucho que tiene. Como si no pudiera ver lo que sí hay, como si la mirada pudiera sólo enfocarse en el lado obscuro del cielo, ignorando la perfección de su imensidad, y el regalo enorme de dos lucecitas azules y una gran sandía blanca coronándola.
Lo bueno es que esta noche en que mis ojos estaban empeñados -y empañados- en mirar el lado obscuro, se asomó justo por mi ventana la sonrisa aquella. Y me hizo reir.
Mi cielo está obscuro esta noche
como hermosa seda cruda
terciopelo de pantera
caja de ébano laqueada.
Tiene una luna muy blanca
argentino destello que ciega
társica aurora boreal
sonrisa impecable que arroba.
Qué dueto perfecto a la inversa
qué armónico arreglo de opuestos
qué choque de fuerzas que expande
qué suave simbiósis de dioses
sedoso empalme que completa.
Mi cielo está obscuro esta noche,
mi luna intensa como amante
mi vista inundada de blancos y negros
mi corazón pleno de soles.
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