Enletrada

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara me mantuvo lejos del ciberespacio por varios días. Y el tema de los libros vuelve a este barrio. ¡Que impresionante cantidad de stands! La experiencia de caminar la FIL es para marearse. Hay tantas publicaciones alrededor, arriba, abajo, a los lados, juntito y a lo lejos. ¡Uno quisiera detenerse en cada repisa, en cada libro, en cada hoja! Tener la vida entera para sentarse en el piso a leer, leer y leer.

Compré poesía y me desnudó completa; ensayos estimulantes y provocativos; novelas de esas que te hacen sentir la protagonista y muchos libros para mis hijos que sé que disfrutarán. Escuché jazz a lo lejos en la explanada de la Expo, vi un fragmento de un homenaje a Fellini en un vistoso espectáculo de danza contemporánea, me asomé a la presentación del último libro de Lydia Cacho, me encontré con gente querida, y me enamoré, una vez más, del universo que ofrecen las letras.

Qué encuentro más afortunado... No podría enlistar todas las cosas que le agradezco a mi mamá haberme enseñado. Pero el gusto por la lectura es, sin duda, la herencia más importante que me dejó. Ahora sólo quisiera pedirle un deseo a la lámpara maravillosa, al final del arcoiris, o a mi agenda: tiempo para leer todas las letras que me invitan a su mundo.