Simple. ¿Cómo será ser simple? No complicarse la vida con vericuetos mentales, con suposiciones, historias, recuerdos o fantasías sobre el futuro. ¿Cómo será vivir con total intensidad el momento presente? Ser capaz de ver, realmente, la perfección de este instante. ¿Cómo será?
Hoy mi amigo Mane me contó que atestiguó el ensayo del vals, con motivo de las bodas ¡de oro! de unos tíos. Cincuenta años caminando juntos y anoche, se miraban con ojos mágicos -dijo Mane-, aún enamorados, con ternura, con amor. Eso es todo lo que se necesita en la vida, eso es todo lo que buscamos de una u otra forma: ser amados.
Y si de algo tan simple se nutre la felicidad (tan simple porque todos buscamos lo mismo), ¿por qué será que tantos seres humanos, a lo largo de tantos años, seguimos en la misma búsqueda errando y volviendo a errar?
Yo voto porque el aprendizaje sea genético, hereditario. Y no justo lo contrario: repetición de patrones familiares destructivos. Y de alguna forma mi voto tiene lógica. Sí es posible heredarlo, enseñarlo. Sólo hace falta humildad, para reconocer los tropiezos, para identificar las creencias limitantes que enseñamos sin querer a nuestros hijos, y romperlas. Hace falta reconocer cuándo y en qué nos equivocamos, y aceptar que nuestras formas, nuestros caminos, nuestras historias, no son las únicas maneras de andar por la vida. Y confiar y darle confianza a los hijos, para que busquen sus propios senderos, para que inventen sus propias recetas, para que experimenten descubran que sí pueden ser felices escuchando a sus corazones y persiguiendo sus propios horizontes (aún si son horizontes que no nos incluyen).
¡Qué maravilla ver a un hijo que trata de volar y que lo logra! ¡Qué felicidad, aunque su vuelo eche al piso los castillos y estrategias que yo había construido para él!
Dejar ser y compartir los logros, la felicidad, la emoción de vivir, con nuestros hijos, es un gran regalo. Les obsequiamos con ello el don de la libertad, y su derecho a construir su propia vida con los tropiezos suficientes para aprender a vivir en plenitud.
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