jueves, 15 de enero de 2009

Ya empezó mi año


Ahora sí, ¡ya empezó mi año! Perdí el ritmo del acto de equilibrio que es mi vida en las vacaciones, lo acepto. Y el desorden mental se reflejaba hasta en mi escritorio. Pero hoy, sentí como terminaba de asentarse el polvito de la revoltura dichosa de los días festivos, y me sentí bien ahí, reacomodada en la cotidianidad. Esta cotidianidad tan plena que me regaló el año pasado cuando me sentó en mi silla, frente a mi computadora y me dijo: Pues entonces, ¡escribe!

Y aquí estoy, escribiendo y retomando los logros y los anhelos. Por ejemplo, estrené mi caminadora. Santa Claus me la trajo de sorpresa, y me quitó los pretextos para no volver a poner mis pies en marcha voladora. Me tardé un poco en hacer uso de ella. Primero, porque no podía armarla yo sola. Se veía pesada y complicada (aunque una vez que vi cómo se armaba debo confesar que no era tan difícil). Sí ¡qué vergüenza es esto de tener una marcada dependencia técnico-electrónico-tecnológica! Pero eso algo que no he logrado vencer. He trabajado mucho en superar mis dependencias emocionales y materiales, y voy lográndolo, pero esta dependencia tan femenina (con sus honrosas excepciones), es una que debería ser causal de terapia obligatoria. En fin... ese es tema para otra entrada.

Luego, pospuse subirme a la banda infinita porque me fui de vacaciones, y luego porque regresando tenía tan atrasado el trabajo que no había manera de robarle tiempo al día para eso de correr. Y más recientemente porque quedé tan agotada de ponerme al corriente que, de plano, me daba una flojera inmensa.

Pero ayer le di vuelta a la marcha, y una vez echado a andar el mecanismo algo oxidado de mis piernas, ¡no vamos a parar! 

Mi récord es vergonzozo. Una muestra más de que la constancia es requisito para cualquier cosa que uno quiera lograr. Estoy igual o peor que cuando empecé a correr en abril del 2008. Mi récord hoy fue, como para no publicarlo. Pero lo haré, porque me siento muy satisfecha de retomarlo, y porque ahora sé -lo aprendí el año pasado-, que el cuerpo es una máquina maravillosa y noble que se adapta muy rápidamente al esfuerzo y se supera a sí mismo.

Hoy corrí sólo 3 kilómetros y medio en media hora, y terminé como si no hubiera corrido nunca en mi vida. Pero yo sé, porque ya lo viví, que he terminado dos carreras de 10 kilómetros, y que mi cuerpo está deseoso de lograrlo otra vez, y de llegar más lejos. Ahora lo voy a atender, ahora le voy a dar gusto. Ahora vuelvo a soñar conque corramos como si voláramos. ¡Vamos ahí!

Y ésta mi querida Menospausas, ¡va por ti, mi porrista caída del cielo!

2 comentarios:

  1. Y ¿Que te puedo decir?
    Bravo!!!! Me da gusto que ayer haya sido tu Año Nuevo, de aquí en adelante no pares. Felicidades, estoy feliz por ti, ¡Bravo! ¡Clap, Clap, Clap! Aplausos ciberneticos.

    Un abrazo Lilyán, tu amiga

    Menospausas

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  2. Lilyán, por fin con un poco de tiempo para leerte y me encuentro con ese ánimo maravilloso !!! Te felicito mucho y me inspiran tus ganas.
    No dejes de contarnos cómo va el ascenso. Y para este frío, qué mejor que correr para entrar en calor? :)

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