Este diagrama, originalmente dibujado por Buda Shakyamuni, representa todos los entornos del samsara o existencia cíclica y a los seres que los habitan. Todo el diagrama se encuentra entre las garras del Señor de la Muerte para recordarnos la impermanencia.
Para una descripción más detallada, véase el libro El camino gozoso de buena fortuna.
Para una descripción más detallada, véase el libro El camino gozoso de buena fortuna.
¿Qué es esta tristeza que me invade con tanta necedad? Se rehusa a abandonarme, ella sí, como si me hubiera prometido amor eterno -¿o yo a ella?
Hoy no tengo un muerto reciente a quién llorar –tengo uno cercano, sí, pero no tengo ganas de llorarlo. A Tony quiero recordarlo vivo, energético, alegre y pleno de coincidencias de esas que hicieron de su vida un gran acierto. Tampoco tengo un amor contrariado, un amigo que me haya abandonado, una injusticia sobre mí cometida, o un sueño derrumbado a mis pies. Y sin embargo, los párpados me queman, los ojos hacen esfuerzos ostensibles por no derramárseme en la cara y siento, aquí dentro, inequívoco, el vacío. Ese vacío de siempre –viejo coocido--, que sé, porque lo he vislumbrado en instante inasibles de claridad, que tiene la forma y la profundidad exacta de mí misma, que se llena con precisión infalible con mi ser en plenitud. Pero… ¿dónde está ese ser escurridizo? ¿dónde se me esconde? ¿por qué huye?
Casi puedo escuchar las miles de respuestas en tu mente. A mi también me pasa. Tengo las respuesta a todas las preguntas ajenas, prestas y directas. Si la vida es muy sencilla: sólo hay que optar por ser feliz.
Y yo opto. Y a veces mi elección tiene sentido para mi vida afortunada. Pero otras, simplemente es una elección ilegítima, una elección utópica que no existe entre las múltiples opciones de mi cotidiano. Aunque mi cotidiano sea perfecto.
Tal vez sea algo cíclico, y sea inevitable y recurrente. Eso dicen los budistas. Que el sufrimiento no se acaba hasta que detenemos la rueda de la vida, hasta que nos liberamos de la existencia en alguno de los reinos de existencia, y nos convertimos en destello sabio iluminandonos para siempre.
Se ve que a mi me falta mucho para eso porque, he de admitirlo: Si renunciar al sufrimiento para iluminarse implica también renunciar al placer subjetivo de sentirse amada, yo no estoy lista para iluminarme… aún quiero entregarme al amor.
Lilyán, tiempo al tiempo. Seguramente todas las personas pasamos por estos estados de ánimo, hay días que me despierto con ganas de reír, otras con ganas de verme en el espejo y soltarme a llorar como Magdalena. ¿Es normal? Si.
ResponderEliminarYo creo que algún día el amor tocara nuevamente a tu puerta, eso suena un poco trillado pero es así. Deja que pase es sentimiento, lo trasmitimos, las personas se dan cuenta, a pesar de las sonrisas diarias, se dan cuenta.
Después de un tiempo cuando seas libre, libre en en verdad el amor se presentará de la forma más inesperada, eso tenlo por seguro.
Conozco señoras de 50,60 o 70 años, viudas, divorciadas, solteras de toda la vida, que se han vuelto a enamorar, ¿no es hermoso que la vida siempre comience cuando menos lo esperas?
Ánimo tu vida esta por empezar, arriba ese animo , y a seguir escribiendo y corriendo siempre.
Ah, y si te sientes muy, muy triste: llora, que no nada malo
Te mando un fuerte y cariñoso abrazo
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