sábado, 18 de abril de 2009

Tango, soledad y cosas insignificantes

¡Cuántas soledades! La soledad de la falta de comunicación en la pareja; la soledad de la búsqueda de identidad en la adolescencia; la soledad de la responsabilidad antes de tiempo; la soledad de la orfandad; la soledad de la vejez que cosecha lo que sembró años antes; la soledad de la falta de salud; la soledad de vivir en la zozobra; la soledad de no tenerse a uno mismo. De todas estas soledades y más habla Cosas Insignificantes, la película de Guillermo del Toro, que fui a ver hoy. "A veces, lo imprescindible pasa desapercibido", reza el slogan lleno de verdad. A veces, a falta de lo imprescindible, nos hundimos en la vida con un desamparo que jala hasta el fondo de la nada, hacia la desolación. Y entonces, la sonrisa de un niño, el beso de un padre, el orgullo hecho a lado en la pareja; el reconocimiento de que es mejor tener amor (ésto es lo imprescindible) que tener la razón, nos devuelven a la vida.

Hoy bailé tango sola. Paso básico, ochos, balanceo, molinillo y paso lateral, tres series de cuatro cada una, al ritmo de Piazzola. En mi clase somos cuatro mujeres por cada hombre, de manera que hay que turnarse a las parejas de baile y, mientras se espera el turno, practicar frente al espejo. El tango es fascinante, pero -al igual que la vida-, se disfruta mucho más en pareja, ¡ni duda cabe!

1 comentario:

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