miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un barrio de contrastes




Por: Menospausas

Recuerdo que cuando rondaba los 35, me asustaban las palabras “cuarenta años”. Ahora me rió; llegar a los cuarenta siendo soltera empedernida y negando el reloj biológico ha sido todo un viaje con sus más o sus menos.

Justo cuando cumplí 40, conocí al que hoy es el hombre de mi vida, poco tiempo después la vida me tenía preparada un par de trancazos muy fuertes ¿Hubiera estado preparada en los 35? Creo que no, creo que esos años pasados me sirvieron sólo para estar preparada para lo mejor o lo peor.

Cuando entré en esta edad, me dí la oportunidad de ser amiga de la mujer más bella, la mujer que me dio esta vida y a la que le debo lo mejor de mi: mi mamá. Por fin podíamos hablar de todo, sin tapujos, sin esconder nada. Al poco tiempo, ella enfermó y me tocó regresar un poco de lo mucho que ella me había enseñado y dado. Y se fue.

Al poco tiempo el hombre de su vida, emprendió un viaje que él siempre había soñado, quería viajar a Europa. Así que lo hizo, se fue mi papá a su viaje soñado, encantado de ir en tour con mujeres, un poco coqueto y feliz. Al llegar a un pequeño pueblo de Alemania, sufrió un terrible accidente. Por alguna extraña razón sucedió en ese pequeño pueblo, el pueblo en el que vivía el hombre a quien yo le había dicho no, unos meses antes.

Ahí, estaba yo aterrada. ¿Le llamaba o no a este hombre para pedir su ayuda? Estaba conciente de que lo había dejado, lo había destrozado. Pero a los 40 y tantos ya sabía que en ese momento necesitaba de alguien, que no podía sola. ¿No es maravilloso aceptar que se puede pedir auxilio? Del otro lado del teléfono un domingo, muy de mañana, un hombre de voz amable me dijo: Ahora te hablo, voy al hospital.

Y me habló todos los días durante dos meses, entre partes médicos, problemas con autoridades, decisiones sobre mi padre, que poco a poco se iba reponiendo para poder regresar a su casa. Ahí fue cuando pensé ¿Qué más quiero de la vida? Soy una mujer adulta, que ha vivido de todo, que ha ido y venido, he conocido hombres divertidos y no tan divertidos, ricos o no, pero el amor que me brindaba él, nunca lo había sentido como ahora.

Él, trajo a mi padre, lo devolvió a sus hijos, le habló antes de morir y lloró cómo si perdiera a su propio padre.

Estar en los cuarenta, no sólo me trajo a ese maravilloso hombre, que con el tiempo se quedó a vivir conmigo para construir una familia de dos. Los cuarenta también trajeron conmigo el percibir el reloj biológico, esa necesidad de ¿un hijo? Si, por fin tocaba a mi puerta el sentido materno, ése del que yo me burlaba al tener menos años, ahora estaba ahí. ¿Podía o no? No pude hacerlo. Justo después de despedir a mi madre llegó a mi vida la menopausia, y con ella el decir adiós al deseo de tener un hijo. Lo pase rápido y sin sentirme perdida.

Hoy después de viajar por este barrio, sé que las cosas que vengan serán mejores, que estoy preparada para vivirlas, para gozarlas, disfruto y reconozco a las mujeres como las mejores aliadas en mi vida, tengo los amigos que, hoy sé, siempre estarán a mi lado. Y sobre todas las cosas amo la vida, el ser mujer y vivir en este barrio de los cuarenta. No falta tanto para brincar un paso más, pero hoy doy gracias a la vida por aprender todos los días a ser una adulta contemporánea, preparada para pedir ayuda si la necesito, preparada para dar la mano si me la piden, una mujer que se dio cuenta que sus logros profesionales o personales, no eran méritos individuales sino de otras mujeres que han luchado con uñas y dientes para lograr que cada mujer pueda sentirse libre, gracias a ellas hoy si pudiera elegir, pediría renacer en Mujer de cuarenta años.

Cada día me sorprende más la maravilla de ser de este barrio.


*La autora, no tiene la profesión de escribir, ella sólo tiene una profesión clara: vivir aprendiendo cada día. Su blog, Las tres y un cuarto, con artículos y reflexiones muy interesantes sobre temas de actualidad, con un enfoque especial en la participación ciudadana y la justicia social.

Menospausas fue una de las primeras lectoras de este blog. Llena de entusiasmo, se presentó en este barrio asegurándome que sería maravilloso habitar aquí. Desde entonces, es una vecina cálida y siempre dispuesta a brindar su amistad. Este espacio, pero sobretodo, esta residente, se enriquece mucho con sus comentarios y reflexiones. Por eso, le doy la bienvenida como Colaboradora Invitada a Los 40 y sus alrededores.

3 comentarios:

  1. Gracias Lilyán, por el espacio, pero sobre todo por compartir este viaje maravilloso, a veces si un poco espinoso, pero ¿No es maravilloso ser mujer, adulta y entenderte? A volar siempre, con los pies muy bien puestos en la tierra.

    Un abrazo

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  2. Buen día Lilyán y a Menospausas.

    Primero mi felicitación a Lilyán por tener a una colaboradora tan aguda, sensible, pero sobretodo solidaria y generosa. Visitaré con frecuencia tu espacio.

    Ahora sí, Menos: me encantó tu texto, amiga de verdad es bellísimo y eres una mujer muy valiente, he aprendido mucho de tí, te admiro. Gracias por compartir tus andanzas en el barrio, sí de contrastes y de mucho aprendizaje. Felicidades por tu viaje y estancia en el barrio, felicidades por este espacio. Te quiero mucho.

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  3. Queridas,

    El privilegio es todo mío. Y he de agradecer haber nacido en esta era, que nos permite conocer seres humanos maravillosos en la extraña distancia/cercanía que da esta pantalla de computadora... para mi más bien una ventana hacia mis afectos presentes -y por conocer!

    Enhorabuena, ¡este es su espacio, siempre!

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