lunes, 27 de septiembre de 2010

Verse o Sentirse, he ahí el dilema

Hoy termina oficialmente el experimento "The no make-up week", pero como yo empecé el miércoles pasado, aún estoy en la experiencia hasta el miércoles 29. De cualquuier forma, quiero hacer el recuento hoy, para sincronizarlo con la propuesta original.

No maquillarme a propósito ha sido todo un viaje hacia mi misma. Por un lado, cuando comenzó el experimento pensé -no sin algo de vanidad-, que la verdad no me resultaba amenazante. Al fin y al cabo, muchas veces no me maquillo. Pero casi de inmediato caí en cuenta de algo importante: cuando no me maquillo no lo hago por ningún tipo de convicción. Más bien por omisión, olvido, prisa, o porque estoy en la playa y quiero lucir mi bronceado. Pero por supuesto, siempre tengo la libertad de maquillarme si así lo deseo; si estoy deprimida y necesito apapacharme; si me siento con ánimo seductor, o si voy a una cita de trabajo y quiero verme más arreglada.

Y cuando digo "maquillarme", ni siquiera me refiero a un ritual demasiado complicado que incluya desde corrector hasta delineado de cejas. Nada de eso. Por lo general, mi maquillaje consiste en un poco de polvo compacto para eliminar el brillo, un brochazo de rubor y mascara para alargar las pestañas. Los labios suelo apenas humectarlos con algún brillo discreto, y si ya es muy elegante la cosa me pongo tantita sombra café sobre los párpados. Vaya, que mantengo siempre un aire bastante natural.

Pero resulta que aquí el compromiso era andar cara lavada toda la semana, sin importar la circunstancia. Así que pensé primero: ¿tengo algún compromiso esta semana? Y luego me caché y dije: pues si sí, ¡ni modo!, de eso se trata.

Y ahí cambió todo.

Los primeros días de no maquillarme en conciencia, la verdad me sentí medio desnuda. Como si todo el mundo notara que no me puse ni tantito rubor. Y entonces comencé a tratar de compensar: me fijaba más en la ropa que usaba, en estar bien peinada, que no se me olvidar ponerme aretes... porque ¡me sentía observada! Estos primeros días me hicieron darme cuenta de todos los introyectos que conlleva maquillarse o no hacerlo. Fue realmente interesante.

Cuando platiqué de esto con mi amigo Miguel Angel Ruiz, Coach Ontológico y confidente de vida personal, reconoció que él como hombre no sentía una especial presión del mundo para verse arreglado. Que pensaba que era algo que podía pasar desapercibido para los demás. Y sí, en realidad, los estándares de belleza en nuestro mundo occidental dictan la obligatoriedad de la perfección femenina (para ejemplo volteen para donde sea en este momento, y tendrán a la vista la foto de alguna mujer perfecta en la computadora, en una revista, en un espectacular, en la tele...), mientras que a los hombres -en los mismos medios- les es permitido ser feos y hasta desaliñados. Es más, la belleza en un hombre se considera poco masculina.

El asunto es que esa perfección femenina, como todos sabemos, es falsa, construida por el maquillaje y el photoshop. Imposible de emular, pero siempre aspiracional. Ser perfecta es sinónimo de ser femenina y bella. Y andar por la vida "al natural" se considera estar desarreglada. A veces, la gente me pregunta: ¿Estás enferma?


No pintarse es una protesta histórica. Desde la década de los 60s, mujeres hippies y feministas lo tomaron como un estandarte de liberación del sometimiento patriarcal. Se consideró entonces que era una exigencia social injusta. Y es verdad, es una exigencia y en cierto sentido una esclavitud -en cierta medida voluntaria, pero tan introyectada que en otra medida también involuntaria. Mantenerse bella, maquillada y sin una cana, es un renglón del presupuesto de cualquier mujer comprometida con dicha imagen.

Muestra de esta exigencia es el mundo corporativo. Y aquí parte de mi diálogo con Miguel Angel a este respecto:

Miguel:
Aunque te digo que hay chavas que, efectivamente, me gustan sin nada de maquillaje.
Yo:
Claro. Hay quien se ve muy bien cara lavada. Pero ese no es el tema, sino que sólo es bienvisto en ciertos contextos. A ver, ¿cómo verías a una ejecutiva corporativa en una junta sin maquillarse?
Miguel:
Las hay.
Yo:
Y, ¿cómo se perciben?
Miguel:
Pues, efectivamente, no se ven bien. Se perciben como imitando a los hombres.

Y por favor, que nadie linche a mi amigo Miguel Angel. No es, por mucho, el único que tiene esa percepción, ni tampoco el prototipo del hombre machista, todo lo contrario. Pero esta forma de mirarnos, ¡es de lo más común!

Este no es un tema nuevo para mi en ningún sentido. Ni en el andar cara lavada, ni en la parte teórica de la protesta feminista histórica. Lo que sí fue novedoso, fue observarme. Porque la verdad, siempre había descartado asumir dicha protesta, pensándola algo radical. Creía que si bien podía observar el sometimiento oculto en este asunto de la belleza femenina, yo decidía libremente maquillarme, o no.

En esos primeros días me di cuenta de que eso, no es verdad. Que sí tengo una especie de "mandato" por ahí introyectado. Y lo asumo. Me doy cuenta de que me gusta gustar. Y que incluso estoy dispuesta a invertir tiempo y dinero en ello, con todo y lo que sé. Pero que, efectivamente, no soy tan "libre" como creía. Que en ese momento sí me importaban las miradas hasta de desconocidos en este tema.

Conforme han ido pasando los días, el experimento ha ido cediéndole importancia al resto de mi vida. Al principio lo tenía conciente todo el tiempo. Me "sentía" desmaquillada (¡rarísimo!, como si estuviera acostumbrada a estar super maquillada a diario... y no, ¡lo juro!), y rara. La prueba de fuego fue el sábado por la noche, que tuve una cena de negocios. Cuando supe que tendría que asistir, mi primer impulso fue safarme; ante la imposibilidad de hacerlo, mi segundo impulso fue maquillarme, y asumir que no había podido mantener el compromiso con el experimento, y tomarlo como parte del mismo; y finalmente decidí que claro que iría a la cena, y que claro que iría sin maquillaje. Ese era el experimento.

Lo más inesperado fue que me gustó cómo me veía. Lo que confirmó mis primeras reflexiones... mi sensación de verme bien cuando me maquillo tiene mucho menos que ver con la apariencia que logro, que con la sensación que tengo.... Y esta sensación de satisfacción conmigo misma, sin maquillaje, ha ido incrementando con los días, para mi sorpresa.

Cuando le conté esto a Miguel Angel, me preguntó si ya no pensaba volver a usar maquillaje. No lo dudé un segundo. Por supuesto que sí. Asumo mi vanidad, el placer de agrandarme la mirada, de sonrosarme los pómulos, de hacer brillar un poco mis labios, de verme un poco más glamorosa de como me veo cuando salí de bañarme, y en general, el placer de crear una imagen que me gusta ahí, pincel en mano, enfrente del espejo, aunque no sea a diario. Y lo seguiré haciendo, por convicción. Aunque ahora con algo más de conciencia sobre mis por qués originales, y en espera de irlos transformando en un gusto personal, más que en un cumplimiento de mandato social.

*Aquí les comparto la galería de Rabbit Write donde salgo como participante caralavada. Gracias por la compañía, la reflexión y el seguimiento... http://rabbitwrite.com/no-make-up-week/

6 comentarios:

  1. Te ves hermosa sin maquillaje. Decisión radical, consecuente y admirable de una mujer-mujer. Nos animas a muchas a andar con la "cara lavada" en el sentido más profundo.
    Además te ves como una chavita que no debería andar en estos parajes de los 40!!!

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  2. Efectivamente te ves muy bien sin maquillaje. Lo que es yo Ufff!!!.. jejeje

    Igual me pinto bien poco; un poco de labial, brillito, delineador negro y sería todo.. Se hace lo que se puede..

    Saludos!!

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  3. Persa, Sandra,

    Gracias por pasar y dejarme sus palabras tan alentadoras.

    Esto que dice Persa de andar cara lavada en el sentido más profundo, es justamente la experiencia que viví. Más allá de la apariencia y de si me "veía" o no bien. En el blog que lanzó el experimento, la autora habla de eso. Dice que el impulso que tuvo al recibir tantas fotografías de mujeres que se unieron al experimento, fue el de decirle a cada una qué bien se veía cara lavada. Pero se dio cuenta de que no se trataba de eso, sino de algo mucho más profundo que se veía reflejado en la "vulnerabilidad" que se percibía en esas caras al desnudo.

    Su conclusión fue que eran rostros honestos y únicos, a diferencia de lo que nos hacemos cuando todas seguimos la misma tendencia y nos producimos rostros similares: ojo grande, pestaña larga, color parejito, pómulos salidos, labios carnosos.

    Como digo... todo un viaje. Intenso y lleno de autodescubrimiento. Me siento más libre después de la experiencia. Vale la pena recorrer este caminito en conciencia, aunque sea alguna vez.

    Saludos.

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  4. ¿Quieres saber mi opinión de hombre del barrio de los sesenta? Pues que te ves muy bien, me agrada verte al natural. Inteligente y bella ¡Felicidades!

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  5. Lilyan querida......mi opinion es que e ves mucho mas guapa sin maquillar. Tiene aun mas fuerza tu mirada...el cutis se ve radiante.....claro que tu haras lo que mas te agrade, esa es tu decision, pero guapa te ves. Mas creo que el experimento va mucho mas alla de eso de las pinturitas.

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  6. hola Lilian, efectivamente el no maquillarse es liberarse en muchos aspectos, principalmente, es la aceptacion de una misma, es saber que eres hermosa por el simple hecho de ser mujer, de amarte a ti misma sin la necesidad de buscar comentarios alagadores por el simple hecho de ponerte colores que avivan tu rostro y tu mirada. pero que pasa cuando a una le gusta verse asi por el simple hecho de ver tu cara con colores y texturas diferentes? en mi caso te comento que he aprendido a mirarme al espejo sin maquillaje y no me disgusta, pero definitivamente me encanta verme maquillada, disfruto colocar sombra en mis parpados y rimel en las pestañas, que placer cuando me aplico maquillaje, ............ la vanidad a flor de piel. No omito comentar que yo soy de los 50 y mas....... Recibe un abrazo y sigue hermosa como mejor te sientas.
    saludos Rocio

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