miércoles, 23 de abril de 2008

Día Internacional del libro

Pues resulta que hoy es el Día Internacional del Libro. ¡Qué lindo que haya un día que conmemore a esos compañeros incondicionales de la vida! Porque son incondicionales... ellos sí. Siempre están ahí, esperándote con paciencia de santos, dispuestos a darte compañía, a estimular tu imaginación, a llevarte a vivir todo tipo de aventuras y experiencias, a presentarte con una enorme variedad de personajes que enriquecen tu vida y de quienes a veces cuesta tanto despedirse cuando te acercas al final de la historia.

Un libro es una compañía infalible. Tanto es así que cuando, en terapia, me he encontrado frente al reto de "llenar mis vacíos" y aprender a disfrutar de mi propia compañía, ¡me han prohibido leer! Y sí, lo reconozco, ese es todo un reto. Porque tan pronto estoy sola, corro a tomar alguno de los libros que tengo a la mitad por toda la casa. Muchas veces porque la soledad -especialmente en fin de semana cuando no tengo tabajo pendiente-, me da el valioso y raro espacio para leer, que tanto anhelo. Pero no puedo negar que la experiencia resulta tan estimulante, que me entrego de tal manera a la historia o al tema que estoy leyendo, que realmente abandono mi presente, mi vida real, y me olvido del tiempo, de los problemas, de los pendientes, de todo... 

El fin de semana que fuimos a Ghandi a comprar unos libros pensaba justo eso. Si un genio se me apareciera y me concediera un deseo, le pediría más tiempo para leer.

Y eso me llevo a reflexionar acerca de lo que significa "leer" cuando ya estás instalada en este barrio -el de los 40-.  Es toda una hazaña, es un hábito temerario, es un privilegio, y es un placer tan escaso que adquiere un valor todavía mayor.

Es una hazaña porque a los 40 una llega a pensar que ya tiene formado el criterio; que ya sabe quién es; que ya ES alguien. Y cuando te adentras en la lectura, todas esas cosas se tambalean. Te enfrentas a ideas nuevas, a puntos de vista distintos, a cuestionamientos sobre lo que ya tenías resuelto desde los 12 años, a ideas que estimulan tu imaginación y sentido de aventura... y de pronto te das cuenta que eres simplemente tú, sentada en la simple sala de tu casa, viviendo tu vida de siempre... ¡y quieres más!  Y sabes que, de decidirlo, podrías ser más... y la hazaña de leer se te transforma de repente en una hazaña de tu vida real, en un ideal, en una meta, en una aspiración. ¡Es maravilloso! Cuestionarnos el status quo no es precisamente placentero, pero puede ser estimulante para el crecimiento personal.

También es un hábito temerario, porque de repente tanto estímulo, tanta novedad te deja preguntándote si la vida que tienes es la vida que quieres... ¿y quién en su sano juicio querría sentir esa inquietud? Pero nunca es malo preguntarse, ponerse a prueba, encontrar motivaciones nuevas y también aterrizar en tu planeta personal y valorar que, después de todo, aunque tu vida no sea la de la heroína que conociste en el último libro, tampoco es la de la pobre protagonista del último dramón que leíste en alguna revista sobre la vida en lugares menos afortunados o más retrógradas que éste donde, como diría Doña Cristina Pacheco, "nos tocó vivir."

Leer resulta un privilegio en lo general, porque desafortunadamente es caro. Hay que tener un sobrante en el presupuesto para comprar material de lectura... ¡es un horror! Especialmente en México, donde las bibliotecas públicas no abundan y las que hay suelen tener pocos títulos y no muy actualizados. Pero además del aspecto económico, leer en los 40 es un privilegio porque es un barrio de gente MUY ocupada.  ¡A nadie nos alcanza el día! Estamos en una época de la vida en que lo que se espera es que seamos productivos... que produzcamos dinero para decirlo de forma menos eufemística. Y sentarte a leer no suele ser una de esas actividades por las que te pagan (salvo en los casos de escritores que viven de ser escritores; investigadores de universidades; editores y cosas por el estilo... Uno de estos días tengo que conseguirme uno de esos trabajos en donde, además del placer de hacerlos, me paguen bien). De manera que cuando la vida te da para leer un libro además de cumplir con tus obligaciones de ciudadano económicamente activo, madre o padre de familia, vecino cortés, familiar responsable y pareja involucrada... sin duda alguna eres privilegiado (o no duermes, ¡como yo! Aunque igual, como pueden ver en la lista de libros que están en mi buró... no avanzo mucho que digamos y la lista crece).

Pero sobre todo es un GRAN placer.... ¡porque lo es!

Leer debería ser un derecho... ¡Tal vez esa sea una buena causa por la cual correr! Que le bajen los precios a los libros, que haya bibliotecas públicas en cada colonia, que aprendamos a regresar los libros que nos prestan para tener más fácil acceso a muchos libros... ¿qué se yo?

Si gracias a una gran campaña fomentando la lectura se pone de moda leer, tal vez las grandes firmas comiencen a publicar anuncios en los libros, lo que le pagaría mejor a los escritores de libros, y restaría horas de enajenación de millones de niños en el mundo frente al televisor. ¿No sería padrísimo? Buen sueño para conmemorar el día hoy: ¡Felicidades a tí que eres lector de libros!



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