viernes, 16 de mayo de 2008

Objetos de transición: pensando en voz alta

Me gusta cómo suena "objetos de transición". Suena interesante... ¿qué carambas serán?

Mi amiga Elba -mamá experta- los mencionó cuando hablábamos de ositos de peluche y mantitas entrañables para los niños. Nos explicó que cuando un niño se apega excesivamente a algún objeto como estos, está pasando de una etapa a otra, y está haciéndolo con el apoyo de, por ejemplo, su Teddy Bear, que le da seguridad en su transición a lo desconocido. Dijo también que era importante no inhibir el apego del niño a ese objeto, porque estab llenando una necesidad que, si en ese momento satisface, no traerá arrastrando más adelante en la vida.

Y ya sabes... me quedé "clavada en la textura" pensando. ¿Y qué sería un objeto de transición en esta etapa de mi vida? Pasé sin amortiguadores de una etapa de seguridad, de certidumbres, de tranquilidad -incluso excesiva-, de mi zona de confort pues, a un período de incertidumbre, de confusión, de obscuridad, de sentirme volando en la nada... para luego, con muchísimo esfuerzo y trabajo, retomar poco a poco una sensación de paz, de esa calma frágil que viene después de la tormenta.

Si asumo que la etapa intermedia -la más negra- fue la de transición hacia mi situación actual, y me pongo a pensar de qué me agarré en los momentos de más miedo y debilidad, ése sería mi objeto de transición.

Pues sí... parece obvio, pero no lo es: me agarré de mi hija y del bebé que venía en camino, sólo ahí encontraba sentido; Me agarré de mi pluma y mis palabras escritas... no soltaba mi cuaderno, si no escribía sentía que me explotaba la cabeza tan llena de argumentos; me agarré de mis amigas, amigos, mi papá y mis hermanos, a quienes seguro abrumé con mis monólogos reiterativos y autocentrados; Me agarré de mis libros -compré una biblioteca entera del tema que me acongojaba- donde buscaba respuestas, explicaciones, esperanzas.

Y no sé de todo eso si algo fue mi objeto de transición, pero a aquello que lo haya sido hoy le doy las gracias por haberme permitido transitar por la obscuridad, cruzar el bosque al que tanto miedo le tenía, para llegar aquí, al otro lado del valle, donde hay paisajes nuevos por explorar, montañas desafiantes que escalar, promesas dibujadas en el paisaje, y un horizonte que me invita a seguir caminando.... ¡o corriendo!


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