viernes, 25 de julio de 2008

Tus valores: tu destino

Lo dijo Gandhi: "Tus hábitos se convierten en tus valores... Tus valores se convierten en tu destino". Y no al revés. A mí esta frase me dejó inquieta. Porque cuando alguien me pregunta por mis valores, se me ocurren muchas palabras bonitas, importantes y que me llenan de inspiración. Pero, sin duda, no porque me gusten esos valores puedo jactarme de que mis acciones son congruentes con ellos. Mientras que sí es un hecho que mis acciones terminan convirtiéndose en hábitos, y si le doy la razón a este hombre que no andaba tan perdido en el tema de la ética, esos hábitos conforman mis verdaderos valores.

A ver si me explico.  Aquí te comparto un cuadrito que hice esta mañana, tratando de mirarme con honestidad en torno al planteamiento de Gandhi del que hablamos.

Los valores que creo tener (aquellos en los que creo y a los que aspiro)

Mis hábitos en relación con esos valores (un acto de autoconfrontación)

Mis verdaderos valores (aquellos que en realidad están rigiendo mi vida)

Honestidad

Digo lo que pienso y siento; no estafo Honestidad a nadie; procuro ser íntegra en mi accionar.

Honestidad

Tolerancia

Tengo el mal hábito de juzgar y criticar Intolerancia aunque no necesariamente lo haga en voz alta.

Intolerancia

Libertad

Tengo gran necesidad de tener todo  Control bajo control.

Control

Amor

Soy amorosa, cuido a los míos y pongo especial cuidado en tratar bien a la gente con la que interactúo.

Amor

Autonomía

Tengo varios niveles de dependencia, destacaría el emocional

Dependencia


Mmmm... ¡no me encanta el resultado!

De los cinco valores que se me ocurrieron espontáneamente, sólo 2 sobrevivieron al análisis: honestidad y amor. Los otros tres, en realidad son, como diría mi amigo Miguel Angel -que es Coach- "áreas de oportunidad". O para decirlo sin eufemismos, mis hábitos me tienen viviendo de acuerdo a los antivalores de los valores con los que me identifico.

Me gusta la libertad, pero vivo el valor del control hacia los que me rodean; me identifico con el valor de la tolerancia, pero en mi diálogo interior puedo ser muy intolerante; admiro la autonomía como valor, y me reconozco dependiente emocional. 

Después de reflexionar en la frase que dio inicio a todo esto, me doy 
cuenta de lo cierta que es. Mis hábitos generan los valores con los que 
realmente vivo. Y estos valores reales están dibujando mi destino.

¡Qué gran descubrimiento me representó este ejercicio! Voy a hacer una
revisión más profunda de lo que creo que son mis valores para 
compararlos con mis hábitos e identificar en dónde estoy dando pasos
contrarios al camino que quiero seguir; en donde estoy dirigiéndome 
hacia un destino que no es el que yo elegiría en conciencia y libertad. 
Pienso rectificar el camino y comenzar a dirigirme, cuanto antes, 
hacia el lugar al que quiero llegar: la plenitud.

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