jueves, 7 de agosto de 2008

Ser Positivo



Tuve el enorme privilegio de asistir a la Conferencia Internacional sobre SIDA, en la Ciudad de México. Desde el momento en que entré, me inhundó una emoción indescriptible. Hacía mucho que no me sentía inmersa en un mar de voluntades tan similares, la hermandad podía palparse en el aire mientras caminaba entre las miles de personas que participaban con gran entusiasmo.

En un ambiente casi festivo, alrededor de 22 mil participantes de 175 países caminábamos de las salas de conferencias en el Centro Banamex, a la Aldea Global, situada justo en medio del Hipódromo de las Américas. Esa sola actividad era toda una experiencia. Se podían ver personas de todas nacionalidades, razas, edades, orientaciones sexuales, yendo de un lado para otro con un propósito en común: la lucha contra el VIH/SIDA. 

Los participantes abrazaron el lema: Acción Universal. ¡Ya! que se traduce en una premisa fundamental: cada vida es igualmente importante. El acceso a los tratamientos y a la prevención del VIH es urgente y debe alcanzar a todos los enfermos, en todos los países. Porque si bien es cierto que hoy en día existen medicamentos que controlan la enfermedad y mejoran substancialmente la calidad de vida de las personas que viven con VIH/SIDA (PLWHIV, por sus siglas en inglés), estos son tan costosos, que sólo los más privilegiados tienen acceso a ellos. Por ello, una de las demandas de los participantes fue la reducción de los precios de estos tratamientos.
De más está decir que las diversas conferencias, talleres, debates y exposiciones fueron de primer nivel. Los expertos más reconocidos del mundo estuvieron ahí compartiendo mesa de trabajo con activistas y personas que viven con VIH/SIDA. La creatividad fue una de las características del evento que, con su constante actividad, ponía de manifiesto que era un organismo vivo, en constante cambio y movimiento: arte, fotografía, danza, ópera, música, instalaciones, performance, mantas y demandas a coro, camisetas con mil y un lemas, condondes decorados como prendedores, artesanía de todas las regiones del mundo, eran algunos de los muchos estímulos que se atravesaban en el camino a lo largo del día. 

Algunos de los temas de gran relevancia que llamaron mi atención fueron: 

Que las personas con VIH/SIDA tienen los mismos derechos humanos que todos los demás, incluyendo el derecho a la intimidad, al placer sexual, a casarse, a formar una familia, etc. Sé que suena muy obvio, pero para ser totalmente franca, siempre había pensado que alguien infectado con VIH/SIDA, ya no podía tener relaciones sexuales más que con otra persona con su mismo estado de salud. En esta conferencia aprendí que esto no es verdad. Y que, de manera responsable las PLWHIV, practican el sexo seguro con sus parejas y conforman familias.

Que no es un milagro que las PLWHIV se mantiengan sanas y vivan muchos años con calidad de vida, sino que es resultado de varios factores, todos igualmente importantes: acceso al tratamiento, acceso a servicios de salud de calidad, mucha responsabilidad en seguir al pie de la letra las indicaciones médicas tanto en la forma de tomar el tratamiento como en el estilo de vida (alimentación, ejercicio, descanso, salud mental, etc.).

Que la circunsición masculina disminuye entre un 60 y 70% el riesgo de contraer la enfermedad, aunque nunca, nunca debe tomarse como un sustituto del uso del condón.

Que todas las personas debemos utilizar el condón en TODAS Y CADA UNA de las relaciones sexuales que tengamos en la vida. Y esto te incluye a ti que estás leyendo esto, sin importar tu sexo, edad, orientación sexual o estado civil. También los hombres y mujeres monógamos y fieles son infectados con regularidad por parejas que, por la causa que sea, tomaron un riesgo innecesario. El condón es la única medida preventiva realmente segura para evitar el contagio y frenar el avance de la enfermedad.

Otra cosa que llamó mucho mi atención fue la paradoja de la palabra POSITIVO. En el discurso de los activistas en VIH/SIDA -y también en la realidad de todas las personas que viven con este virus-, la paradoja es doble, porque la han logrado revertir:

Ser positivo es salir positivo en el exámen de VIH.
Ser positivo es tener VIH.
Ser positivo es estar infectado.
Ser positivo es tu peor pesadilla vuelta realidad.
Ser positivo es tener miedo a la enfermedad, al dolor, al rechazo, al qué dirán, al estigma, a la muerte.
Ser positivo es tener que vivir con una consecuencia irreversible de una irresponsabilidad propia o ajena.
Ser positivo es asumir una nueva realidad de vida.
Ser positivo es reconciliarte contigo mismo y con la circunstancia que te colocó ahí.
Ser positivo es perdonar y perdonarte.
Ser positivo es asumir la responsabilidad de tu propia salud de ahora en adelante.
Ser positivo es cuidar también de la salud de quienes te rodean.
Ser positivo es encontrarle sentido a tu nueva realidad.
Ser positivo es valorar tu vida y tu realidad tal cual es.
Ser positivo es amarte como eres, con todo y tu historia.
Ser positivo es encontrar el lado positivo de ser positivo.
Ser positivo es llegar al punto en que te nazca comenzar a ver por otros que empiezan a recorrer el camino de ser positivos, pensando que es negativo (activismo).

Muchas personas que se encuentran cara a cara con la adversidad, con la enfermedad, con la muerte, final y paradójicamente encuentran también el sentido de su vida. Recobran la capacidad de ver lo que realmente es importante, recobran la capacidad de amarse y, por tanto, de amar a los demás, recobran su verdadero ser, ése que aprisionamos poco a poco mientras vivimos dormidos, dejándonos consumir por nuestras justificaciones, resentimientos, enojos, dolor. Muchas personas que tocan fondo, como el caso de algunas cuyos testimonios pude leer en la Conferencia, recobran la capacidad de disfrutar la vida y ser felices... Salir positivos en la prueba de VIH los llevó, eventualmente, a volverse también positivos de mente, y positivos de espíritu.

Ojalá tuviéramos la capacidad de aprender en cabeza ajena... y volvernos positivos en esencia, sin necesidad de pasar por las pruebas tan grandes que les puso la vida a estos hombres y mujeres que con valentía y ganas de vivir, me inspiran a ser una mejor persona, pero sobre todo, una persona feliz -sin importar mis circunstancias.

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