martes, 13 de enero de 2009

En los zapatos del otro



Hemos de proceder de tal manera que no
nos sonrojemos ante nosotros mismos
Baltasar Gracián

Qué tarde tan suigéneris la de ayer. Encontrarte contigo misma en diversas dimensiones es algo raro y enriquecedor. Vi a amigos del pasado, nos contamos las vidas, nos escuchamos sin juicios, con cariño, asombrados de habernos acompañado durante ya dos décadas. Fue como volver al ayer, ¡pero con canas! Y sobre todo, con experiencias, con más dolor pero también más gozo en los recuerdos, con años vividos, con realidades venidas de sueños antiguos o totalmente inesperadas. Fue aleccionador.

Ayer me tocó ser testigo de historias de buenos y malos intercambiables (como todas las historias de la vida). Dependiendo en qué zapatos me pusiera, los buenos eran buenos o malos; los malos eran malos o buenos. Yo misma era buena o mala. Y concluí que nadie es ni lo uno ni lo otro. Todos vamos tras lo mismo, todos andamos pastoreando a la felicidad.

Uno de ellos dijo algo interesante. Todas las acciones tienen la misma motivación: la búsqueda de la felicidad. Pero es en el resultado donde puede mirarse si la acción tiene un carácter bondadoso o maligno, si es constructivo o destructivo, si es virtuoso o pecaminoso. Si las acciones que llevamos a cabo efectivamente nos llevan a la felicidad, se trata de acciones virtuosas. Pero si, pese a la intención, las acciones que llevamos a cabo nos llevan al sufrimiento, entonces se trata de acciones negativas, de "pecados". Más allá de una visión moralista, o de un juicio, encontré en esta reflexión una enorme verdad. Si estamos aquí para ser felices, si ese es el sentido, entonces el indicador que nos puede hacer ver si vamos por buen camino o no, es la distancia a la que estamos de esa meta. Si hacer alguna cosa, o tomar alguna decisión nos acerca a la felicidad, vamos bien. Y lo contrario también es cierto.

Pero eso es difícil verlo cuando estamos en las disyuntivas de la vida. ¿Cómo saberlo hasta que no actuamos, hasta que esas acciones desembocan en sus propias consecuencias, causan el efecto que les corresponde? Muchas veces simplemente es imposible saberlo. Hay que actuar, confiando en nuestra intuición, en nuestras convicciones, y esperar concientes y dispuestos a asumir el desenlace, cualquiera que éste sea.

Y ayer, que escuchaba diversas historias de vida y de amores, que miré a mis amigos jugando papeles contrarios o iguales en sus respectivos guiones, vi con claridad que me era posible ponerme en todos los papeles, en todos los zapatos ajenos, y entender, comprender, no juzgar, seguir amando.

¡Qué gran lección es la vida con sus tiempos! ¡Qué gran privilegio vivirla completa! ¡Qué tristes los casos de aquellos que desertan antes de tiempo y no tienen oportunidad de ir comprendiendo cada año más, cada década más, cada lustro más, siempre más! Ver a alguien que has querido años después, te da la oportunidad de verte a ti mismo, el placer de mirar en el otro -con un poco de suerte- el crecimiento, el paso ineludible y valiosísimo del tiempo, ser testigo de la vida tatuada en su esencia... y de nuevo, verte en el espejo.

4 comentarios:

  1. Me encantó tu reflexión sobre el encuentro con lo que hemos sido. Te comparto algo mio sobre las ausencias presentes.

    Vibración y latidos…
    Presente cancelado
    Las palabras en letras ayudan a mi encuentro
    Y la fragancia blanca de las gardenias
    amontonan sensaciones de los tantos que he sido.
    Y como partículas en un haz de luz
    la casi nostalgia se arremolina sobre mi.
    ¿Quién soy cuando estoy solo en mi encuentro?
    El errante que no sabe que buscar,
    espíritu amputado de un costado que quiere y espera,
    exaltación nocturna del doloroso anhelo
    de finura y suavidad, redondez, tersura obscura y húmeda ausencia.

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  2. Insomne,

    Tienes tanta razón en eso de "los tantos" que hemos sido. Más allá de la existencia o no de la transmigración, en una sola vida tenemos muchas vidas. Somos muchas, infinitas versiones de nosotros mismos. Y esa es la riqueza de vivir, el significado de hacerlo. Vivir es experimentarnos, vivir es conocernos, y aprender a amarnos.

    Después de eso, viene el mundo y descifrarlo. Pero para llegar a tener éxito en esta segunda parte, el trabajo personal de la primera es inmenso. Da para tanto este tema, que lamento no estar en una charla de sobremesa para ahondar en él.

    Por lo pronto, recibe un saludo y gracias por visitar mi blog!

    Lilyán

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  3. Cuando llegas a una edad no juzgas y puedes ponerte en los zapatos de los otros, claro no todas las personas lo pueden lograr, solo aquellas personas que han vivido cosas que no imaginaron vivir. El rencuentro con amigos del pasado es lo mejor, no tienes que contar tú día a día, no tienes que dar explicaciones, no te sientes juzgado, no te preocupas por el que dirán de mi vida “no perfecta”.

    Que hermoso es crecer en armonía, que bello es decir gracias a los amigos de ayer por estar el día de hoy.

    Felicidades Lilyán por crecer y creer.

    Saludos y un fuerte abrazo

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  4. Creer Menospausas, creer... verbo indispensable para seguir viviendo. Vivir, verbo indispensable para crecer. ¡Deseo que nunca dejemos de creer!

    Un abrazo, Amiga.

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