miércoles, 4 de febrero de 2009

Claxons al amanecer

Imagen tomada de flcikr.com

Tengo que aceptarlo... hoy si fue el colmo de los colmos. Esta mañana, a eso de las 7.45, acurrucada en mi cama leyendo, y con una rica taza de té caliente a mi lado, me sentí cobijada ¡sí, cobijada!, por el no-silencio urbano. A lo lejos -o no tan lejos-, se escuchaba el murmullo de la vida en la ciudad: un congestionamiento víal de lo más cotidiano estaba en todo su apogeo en la avenida cercana. Se escuchaba el concierto de bocinas compitiendo por sonar más alto; un código de comunicación que ni quienes lo practican lo comprenden. Anudados en un crucero que ya no avanza ni para atrás ni para adelante, muchos capitalinos suelen comenzar a tocar el claxon desesperados, como si  con ello pudieran empujar a la fila de automóviles atorados frente a ellos, y abrise paso para llegar a su destino; o al menos, al siguiente semáforo. (Lo juro, yo no participo en esos conciertos, ¡me parece que no sólo no ayuda a resolver el problema, sino que lo hace más insufrible!)

Y sí, tengo que reconocer que distraída como estaba en mi lectura, disfrutando mi exquisito té con leche, me sentí de pronto dichosa en ese ambiente tan familiar para quienes vivimos en una gran ciudad. "¡Qué rico!", alcancé a pensar, "esta ciudad en plena ebullición y vida, comenzamos otro día". En ese justo instante reaccioné.

Podría sonar optimista, pero me doy cuenta de que ¡es alarmante! Hace unos días entrevisté al explorador Abraham Levy, y una de las cosas que más me impresionó fue su comentario a una pregunta casi tonta de mi parte: ¿No era dificilísimo estar ahí, en medio del océano, totalmente solo, aislado del mundo?. Su respuesta tuvo una sabiduría y una obviedad tan contundentes y a la vez tan ajenas a mi vida, que me dejó girando la cabeza:
Lo difícil es vivir aquí, en la ciudad, y no poder ver cuando sale el sol ni cuando se oculta. Eso es lo difícil. (Abraham Levy)

Tengo que irme pronto de aquí, o terminaré haciendo poemas al concierto de claxons matutino a falta del canto de los pájaros al amanecer.

1 comentario:

  1. Lilyán, creo que cada persona tiene su hábitat natural, el tuyo es la gran ciudad, y tu hogar lleno de ruidos del exterior te hace escribir, alégrate que aún percibas esos ruidos, hay personas que se han acostumbrado a no percibirlos.

    Yo llegue un día a no percibir lo que pasaba fuera de las cuatro paredes de mi hogar, ni siquiera el canto de las sirenas de la policía fuera de mi puerta, estaba absorta en mi mundo, creo que era feliz, el día de hoy puedo decirte que mi hogar sigue siendo ese hermoso paraíso que me permite aislarme del ruido, el ruido de mi cabeza es más fuerte que el que tengo afuera de mi hogar. Pero hoy más que nunca estoy feliz de compartirlo con mi pareja y mi perrita, ellos hacen más ruido.

    Cuando uno sale de viaje se lleva el paisaje, el ruido y todo lo que compone tu vida diaria, seguramente los extrañaras si sales corriendo de la selva que es la enorme ciudad. Estoy segura que no acabarás escribiendo sobre claxons.

    Saludos y que tengas un maravilloso fin de semana

    Menospausas.

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