“El
germen de la violencia en contra de las mujeres,
está
en el machismo, la desigualdad y la
discriminación
que se enseña en cada casa.”
—Daniel
Moreno, de “Animal Político”
El ingrediente principal es la educación; y de ésta, principalmente la educación en casa. ¿Quieres asegurarte de que cuando tu hija crezca sea discriminada por ser mujer; sea acosada sexualmente en la calle, en la escuela, en la oficina y a todos les parezca normal; sea agredida física, emocional o moralmente y que sea normal? Aquí te decimos cómo:
Ingredientes:
- · Una sociedad machista y misógina
- Una educación en casa machista y misógina
- · Una madre sumisa, dependiente, discriminatoria de sus propias hijas
- · Un padre misógino, violento, machista, que mida con distinta vara a sus hijos que a sus hijas
- · Todas las ocasiones posibles para hacerle saber a tu hija que no tiene los mismos derechos ni obligaciones que sus hermanos (i.e., a él le dan más dinero que a ella; a él le dan mejores oportunidades de educación que a ella; él tiene menos obligaciones en la casa que ella; él tiene más permisos que ella; a él le enseñan a cuidarse sólo, a ella a depender de que él la cuide; él aprende a tomar, a manejar, a usar el taladro, a hablar de política; ella aprende a cocinar, a planchar, a lavar, a responsabilizarse de sus hermanos chicos y hasta de los grandes; él aprende que ser valiente es su obligación; ella aprende que ser salvada es su destino).
- · Una sociedad que le haga saber a él que su mandato es ser un Don Juan, ganar mucho dinero y no demostrar sus emociones; y que le haga saber a ella que su valor reside en su virginidad, que tiene que encontrar alguien que la mantenga y que ha de soñar con ser madre y hacerse cargo de sus hijos como único destino decente.
- · Una sociedad que a él lo califique de galán si tiene sexo y a ella de puta.
- · Envié estos mensajes a sus hijos e hijas todos los días de su vida.
- · Expóngalos lo más posible a programas de televisión, películas, telenovelas y música que exalte estos estereotipos.
- · Estimule lo más posible en sus hijas, desde chiquitas, el valor de su apariencia y su belleza, por encima de su inteligencia y sensibilidad, para que vayan practicando que su valor y atractivo residen en su cuerpo y en los estándares de belleza impuestos por la sociedad, y no en el contenido de su mente y de su corazón.
- · De ser posible, adoctrine a sus hijos con el ejemplo en el tema de valorar su propio cuerpo y el de las demás en función de sus medidas y su peso. No hay como el ejemplo para educar.
- · Mezcle todos los ingredientes entre sí y agregue una pizca de inconsciencia y consumismo –esto le dará un sazón más interesante- antes de hornear al calor del divertido ejercicio de juzgar a los demás.
- · Una vez fuera del horno, reparta por donde vaya. No se preocupe, que como aquellos peces milagrosos, este platillo se multiplica exponencial y generosamente con tan solo seguir el 10% de las instrucciones.
Ilustración superior: autor Mr. Monigotes
Las ilustraciones utilizadas en esta entrada no son propiedad de la autora, fueron tomadas de internet sin intención de violar ninguna propiedad intelectual. Cito la fuente. En caso de que el autor requiera que las remueva, agradeceré informármelo.
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